RÁFAGA/ “A La Que Nos Amó, Antes de Conocernos”

Hace 101 Años Comenzó El Día de La Madre

Rafael Alducín Bedoya, Autor de la Iniciativa

Monumento en la Capital Mexicana, Desde 1949

Todas las Madrecitas Reciban Nuestro Amor y Recordemos con Amor a las Que Siempre Están en Nuestro Corazón

JORGE HERRERA VALENZUELA. Desconozco al autor de la frase que fue inscrita en una placa de piedra, colocada en el Monumento a la Madre, en la Ciudad de México. Es el título de mi comentario.

En ocho palabras está sintetizada la figura de una madre que nunca deja de llamar “mis niños, mis niñas” a los seres que les dio vida; por los que soportó dolores del parto y se desveló noches enteras; a los que procuró, cuidó y alimentó con esmero; dedicó sus mejores años para formarlos, educarlos y siempre acurrucó en sus brazos.

La madre es el ser más importante en todo el mundo.

La mujer no solo es la novia, la esposa, la pareja, la suegra, la amiga, la amante, la compañera, la hija, la hermana, la tía, la sobrina, la abuela y hasta la tatarabuela .

La historia nos enseña cómo la actuación de la mujer no está, únicamente consagrada al hogar.

Las hubo que en la monarquía mostraron su valía, su don de mando, su visión social y política. Las científicas, las intelectuales, las luchadoras por la igualdad de derechos, las investigadoras, las deportistas y aquellas cuya vocación maternal se extiende fuera del hogar, las que entregan su vida enseñando a leer y a escribir a niñas y niños, las abnegadas profesoras, “misses”, seños o maestras.

Desde siempre la mujer como madre es forjadora fundamental de la Familia, de los núcleos sociales, de la preparación de nuevas generaciones. La igualdad de género, por la que miles lucharon, es una realidad. Admirable su participación en todos los campos laborales y en eventos que por siglos estuvieron ocupados por hombres. En épocas muy lejanas la mujer tuvo que vestirse y aparentar ser hombre para poder actuar.

  1. ALDUCÍN Y SU INICIATIVA

El inquieto poblano, nacido en San Andrés Chalchicomula, bautizado como Rafael Alducín Bedoya al retornar de un viaje por Europa, lanzó la iniciativa de rendir homenaje a  las madres mexicanas. La idea la planteó en abril de 1922 en las páginas del diario Excélsior fundado por él cinco años antes.

Alducín, joven de cumplidos 28 años  puso en circulación  Excélsior un diario muy importante en la República Mexicana, de América Latina y reconocido mundialmente, hasta el 8 de julio de 1976, en que estuvo bajo la dirección del gran amigo Julio Scherer García. El poblano muy emprendedor compró Revista de Revistas, por donde desfilaron muchos colegas y uno de sus últimos directores fue el versátil Enrique Loubet Jr.

Como siempre, surgen versiones sobre quién o quiénes tuvieron la iniciativa de un evento. A los que mencionan al maestro José Vasconcelos como autor del Día de la Madre, les comento que apoyó la propuesta como lo hizo para la celebración del Día del Niño. Era el primer Secretario de Educación Pública. Impulsó ambas iniciativas, nada más.

El Papa Pio XI recibió a Rafael Alducín y en la entrevista se le comunicó el establecimiento del Día de la Madre y el pontífice se congratuló a la vez que envió un mensaje a las madres mexicanas.

Otros afirman que en 1913 la esposa del presbítero metodista, en Oaxaca, leyó del festejo a las madres y ella realizó uno. No falta el que afirmó que se fijó el 10 de mayo, “porque antes los salarios se pagaban por decenas”. Lo cierto es que hasta diez años después el festejo adquirió aceptación en todo el País.

En las páginas del referido diario, el 13 de abril de 1922, se publicó: “Pretende (Excélsior) que el 10 de mayo sea consagrado por los hijos para enaltecer en vida, o en memoria, de quienes les dieron vida”.

MONUMENTO A LA MADRE

Durante muchos años hubo festejos, conciertos, rifas de artículos para las mujeres, homenajes en las Escuelas Primarias, se organizaban concursos avalados por comerciantes, los había también de poesía, convocados hijos e hijas, con los temas de la madre y de la maternidad.

En el gobierno del presidente Manuel Ávila Camacho, la idea de Alducín “revivió” al proyectarse construir el Monumento a La Madre. Fue elegida una parte de la superficie donde estuvo la Estación Colonia de los Ferrocarriles Nacionales de México.

En los 37,500 metros cuadrados están, además del monumento, la Plaza Luis Pasteur y el Jardín del Arte, cuya creación fue promovida, en 1955, por el Instituto Nacional de la Juventud Mexicana, espacio para los jóvenes que se iniciaban en la pintura.

En la 22 celebración, 10 de mayo de 1944 Ávila Camacho, paisano de Alducin,  colocó la primera piedra del monumento, cuya obra diseñó el arquitecto José Villagrán García y el conjunto escultórico lo encabezó Luis Ortiz Monasterio. Además el trabajo incluyó la construcción de un obelisco de 40 metros de altura.

El monumento lo constituyen, en la parte central, una mujer con rasgos indígenas, de vestido largo y rebozo, con un niño en los brazos. La flanquean una mujer, igual de origen indígena con una mazorca de maíz, símbolo de la fertilidad, así como y un hombre indígena en posición de escribir. A la placa inicial, el 1 de junio de 1998 fue anexada otra, con la leyenda: “Porque su maternidad fue Voluntaria”.

Tiempo después hubo que reponerla porque la desaparecieron. El trabajo fue a iniciativa de un grupo de activistas femeninas presidido por Esperanza Brito Moreno, hija del rector de la UNAM Rodulfo Brito Foucher y de la activista Esperanza Moreno.

El monumento fue inaugurado el 10 de mayo de 1949. El presidente Miguel Alemán Valdés rindió homenaje a las madres mexicanas y recordaron a la mamá de Rafael Alducín, doña Isabel Bedoya.

El sismo del 19 de septiembre de 2017 dejó hecho añicos gran parte del monumento y la restauración terminó en noviembre del año siguiente. Falta comentar que el Monumento está ubicado al Poniente, calle Rosas Moreno; al Oriente, Insurgentes Centro; al Norte, Sullivan y al Sur. Manuel Villalongín. Abarca parte de las Colonias San Rafael y Cuauhtémoc, Alcaldía de ésta segunda colonia.

Concluyo comentando que Rafael Alducin Bedoya tuvo una muerte accidental. A sus 35 años de edad era un afamado jinete y miembro de la Asociación de Charros. Paseaba una mañana por el Bosque de Chapultepec cuando cayó de la silla, se desplomó de cabeza, causándose fracturas. Lo llevaron al Hospital de la Beneficencia Francesa, pero los médicos ya nada pudieron hacer. Fue sepultado en el Cementerio del Tepeyac.

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