PULSO/ Lúcido o lucido

EDUARDO MERAZ. Mostrarse como lucidor está muy lejos de significar lucidez, sobre todo cuando el presidente sin nombre y sin gracia lleva casi cuatro años de gestión y más de una década de campaña previa con la misma cantaleta que, por lo visto, entre sus cercanos les entra por un oído y les sale por el otro.

Dice barrer de arriba hacia abajo la corrupción, pero en lugar de usar escoba, utiliza rastrillo, con lo cual los jugosos negocios permanecen adheridos a los escalones del franciscano Palacio Nacional, donde “la hermandad” de sus allegados se encarga de levantarlos para cubrir la cuota.

Ahí está el caso de Segalmex (Seguridad Alimentaria Mexicana), donde los malos manejos ascienden a 10 mil millones de pesos, el doble de los supuestos ilícitos de la llamada “estafa maestra”, sin conocerse avances en la indagatoria.

De acuerdo con las propias palabras del mandatario sin nombre, en este tipo de jugosísimos negocios, el titular del ejecutivo tiene, cuando menos, conocimiento, si no es que su bendición. Pero en tiempos del cuatroteísmo,  todo mundo finge demencia o voltea la cara a ver hacia otro lado.

Hasta sacar el pañuelito blanco cada ocasión en que se dan a conocer los cochupos ha dejado de ser lucidor, pues cada vez se le ve más percudido, casi tan gris como la casa que rentaba el primogénito presidencial en Houston, Texas, a un contratista de Petróleos Mexicanos (Pemex), al cual se le han asignado millones de dólares.

A punto de cumplir un cuatrienio al frente del gobierno, todos los indicadores: económicos, de deuda pública, de salud, seguridad, violencia, inflación, educación y un larguísimo etcétera muestra un deterioro mayúsculo, en contrapartida al enriquecimiento constante de la minoría rapaz, pública y privada.

Por angas o por mangas, la deuda pública ha crecido en 25 por ciento -más de dos billones de pesos- durante la administración del presidente sin gracia, que afirma no haber contratado nuevos créditos, aunque de acuerdo a datos de la Secretaría de Hacienda, ha solicitado 1.5 veces la que contrató Peña Nieto, en menos tiempo.

De acuerdo con analistas, las obras emblemáticas -Tren Maya, aeropuerto de Santa Lucía y la refinería de Dos Bocas- tendrán un sobrecosto, cada una, de alrededor del 50 por ciento, no obstante los esfuerzos de “persuasión” para que los contratistas hagan sus “aportaciones a la causa”.

Y cómo explicarse esta falta de lucidez de que por muy lucidor que sea decir que se da apoyo a 25 de 35 millones de hogares, cada vez es mayor el número de mexicanos -4 millones más- que han caído en pobreza y pobreza extrema.

Lo mismo puede decirse en materia de seguridad, pues a mayor número de elementos incorporados a la Guardia Nacional, al Ejército y a la Marina, el número de homicidios dolosos y feminicidios aumentan a niveles impensados, rebasando con mucho a los cometidos en administraciones pasadas.

Presumir que la Guardia Nacional cuenta con 120 mil elementos, quiere decir que les corresponde, per cápita, poco más de un asesinado, no obstante que tienen más cuarteles, están mejor capacitados y avituallados para enfrentar al crimen. ¿Es lúcido persistir en la misma estrategia, con estos resultados?

El deterioro en materia de salud y educación implica un retroceso de casi una década, en cobertura y calidad, lo que se traducirá en serias limitantes para la de por sí mellada movilidad social, como fórmula de disminuir las desigualdades.

Ufanarse como lo hace el mandatario sin gracia y ahora también sin lucidez, de logros que hasta el momento no se han traducido en mejoramiento del nivel de vida de la población, es autoengaño.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Las manifestaciones para que el presidente sin nombre, sin gracia y sin lucidez se reelija otros seis años, ni parece tan espontáneo y demuestra que para el pueblo bueno y sabio ninguna de las corcholatas serían mejores -o peores- como las quiere vender el mandatario. ¿Abandonará la investidura para volverse una corcholata más?

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@Edumermo

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