PULSO/ Distancias

EDUARDO MERAZ. El proceso de degradación de la vida política en México se manifiesta en los días recientes; los principios y valores se han vuelto moneda de cambio. Las razones de ayer son las sinrazones de hoy, usando los mismos argumentos esgrimidos por los opositores de antaño, ya sea a favor o en contra.

La firmeza de las convicciones es inexistente en los tiempos del cuatroteísmo que, por lo visto, todo lo que toca lo echa a perder. Si antes se aceptaba la veracidad del dicho: es de sabios cambiar de opinión, hoy la opinión de los políticos mexicanos equivale a una muda de ropa interior, prácticamente desechable o de constante reuso, según las circunstancias.

El notorio acercamiento de la dirigencia del PRI al proyecto de militarizar a la Guardia Nacional, incluso con una iniciativa para reformar el 5o transitorio del Artículo 21 Constitucional que le dio origen a la Guardia Nacional, revela el declive del tricolor y abona el terreno para su extinción, al botar por la borda la voluntad ciudadana expresada en las urnas en 2021 de frenar los caprichos presidenciales.

Este comportamiento de los dirigentes priistas obedecería más a intereses personales que a una verdadera preocupación por frenar el baño de sangre e inseguridad que se vive en México.

En cambio, al interior del partido gobernante se empieza a esbozar cierto alejamiento de los puntos de vista del mandatario sin lucidez. De manera tenue, no exenta de firmeza, Ricardo Monreal, Marcelo Ebrard y Tatiana Clouthier toman distancia de la pretensión por incorporar plenamente la Guardia Nacional al Ejército.

Son voces que dentro de la estridencia del morenismo más recalcitrante, alertan sobre los posibles riesgos de adoptar una medida de esta naturaleza para el pleno ejercicio de libertades y vigencia de derechos humanos. Los tres se ubican en el ala moderada de Morena y dos de ellos -el canciller y el senador-, buscan la nominación partidista a la

Presidencia  de la República.

Igualmente debe tenerse en cuenta que al interior del partido guinda existe una corriente amplia qué comparte tales  inquietudes.

Esta inversión de papeles y posturas, acercamiento de opositores y lejanía de correligionarios, hablan del proceso de desviación o de fusión «ideológica» entre Morena y el Revolucionario Institucional, cuyos estilos de hacer política -los buenos, los malos y los degradantes- son tan parecidos que parecen siameses.

De hecho, los cuatro años del gobierno cuatroteísta son iguales a la mejor época de la dictadura perfecta priista desde mediados del siglo pasado. Es decir, estamos frente a una regresión política, ajena a las nuevas generaciones, donde el autoritarismo era la constante.

La distancia entre el viejo y nuevo PRI no es tan grande, como tampoco lo es la existente con Morena, tan es así, que no sabemos si estamos frente al Primor o el «More-Pri».

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Para el general Luis Crescencio Sandoval hay sectores interesados en disolver la confianza que tiene la ciudadanía en sus Fuerzas Armadas, y la polarización actual también puede afectar a la soberanía nacional.

En otras palabras: la imperiosa necesidad del Ejército.

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