PULSO/ Ambiciones y liderazgos

EDUARDO MERAZ. La conjunción de los resultados electorales de principios de junio y las prisas porque las corcholatas del oficialismo y de los opositores empiecen a rodar, ha despertado las ambiciones al interior de los principales partidos políticos, donde los liderazgos están siendo fuertemente cuestionados.

Todo indica niveles de descontento e insatisfacción importantes en Morena, PAN, PRI y PRD por los resultados electorales del presente año. Los votos obtenidos por cada uno de ellos no satisfizo las expectativas, lo cual ha motivado distintos grados de rebelión entre sus miembros.

En donde se presenta mayor  inconformidad es en el Revolucionario Institucional, donde las diferencias de criterio se ven irreconciliables y el liderazgo de su dirigente, Alejandro Moreno es el más cuestionado no sólo por la acumulación de derrotas, sino también porque anda enlodando las siglas por acciones individuales que lo retratan como persona poco honorable.

La negativa de Alito a dejar la dirigencia, adocenada de soberbia, en poco ayuda a restañar heridas y a mejorar la imagen del PRI. A falta de un proyecto concreto y viable para recuperar parte del terreno perdido, su aferramiento a la presidencia tricolor revela la pequeñez de miras y su apego a las prebendas del cargo.

En Morena, a pesar de haber alcanzado dos terceras partes de las gubernaturas en disputa, los votos obtenidos siguen en descenso; tendencia que se ha venido agudizando desde 2021, no obstante la intervención poco disimulada del aparato gubernamental y del crimen organizado.

Mario Delgado no termina de ser el líder carismático y brillante; al contrario, sus excesos verbales y su absoluta incondicionalidad a las directrices de Palacio Nacional, además de ser identificado con una de las corcholatas, son desagradables a los duros del morenismo, que tiene un favorito distinto.

El interés por mostrar músculo en mítines y los constantes llamados a la unidad, hablan de la profunda desunión existente entre sus filas, como consecuencia de la sucesión adelantada, en donde cada día se le complica más contener las manifestaciones de respaldo a alguno de los precandidatos a la Presidencia.

En el PAN, Marko Cortés también enfrenta críticas por el bajo desempeño alcanzado en los pasados comicios, donde sólo pudo obtener un triunfo, Aguascalientes, y perdió dos gubernaturas, Durango y Tamaulipas, aunque en Durango ganó apoyando a un priista, vía la alianza opositora.

Es evidente que la alianza “Va por México” resultó más efectiva en términos legislativos, que en procesos electorales, donde nunca pudieron embonar conceptos ni filias, pues el respaldo a los candidatos siempre fue por separado, por lo cual existen reclamos sobre la pérdida de identidad y desdibujamiento del blanquiazul.

Del PRD, la dirigencia de Jesús Zambrano ha sido incapaz de frenar el colapso del partido del sol azteca. La pérdida del registro en cuatro estados este año, muestran la urgencia de una renovación. Se necesitan rostros nuevos, con ideas frescas a fin de evitar la extinción.

El segundo semestre del presente año, será de turbulencia en estos cuatro partidos políticos; Movimiento Ciudadano habría sido el más fortalecido en las elecciones. Y en el PVEM y el PT su posición acomodaticia les permitirá transitar hasta fines del próximo año sin grandes sobresaltos.

Y a manera de letra de tango, mientras en Morena, PAN, PRI y PRD las luchas intestinas, no tan sordas, abren el camino a las ambiciones de las corrientes, grupos o tribus y varios liderazgos pasarán a mejor vida.

He dicho.

EFECTO DOMINÓ

Entre enero y mayo de 2022, la Ciudad de México se coloca como la entidad con más casos –en números absolutos– de violencia familiar con 15 mil 122, 3.97% más que durante el mismo periodo de 2021.

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