PALABRAS MÁS/ La traición que viene 

No hay nada noble en ser superior

a tu prójimo; la verdadera nobleza

es ser superior a tu yo anterior.

Ernest Hemingway

ARTURO SUÁREZ RAMÍREZ (@arturosuarez). El Revolucionario Institucional es una marca que se convirtió en sinónimo de corrupción, nos guste o no el origen partidista de la política mexicana luego de un episodio doloroso como fue la Revolución Mexicana, pronto se convirtieron en el partido hegemónico que gobernó por 71 años seguidos hasta que en el 2000 el PAN con Vicente Fox y el hartazgo ciudadano decidió que era tiempo de la alternancia, pero la forma de gobierno siguió por 12 años hasta el regreso del “nuevo PRI” con Peña Nieto que resultaron peores que sus antepasados dejando un sexenio corrupto que terminó por abrir la puerta a otro viejo priista, por lo menos de formación como López Obrador que se creó en lo más rancio del tricolor.

La elección del 2018 dejó de manifiesto que la ciudadanía no le daría una nueva oportunidad al PRI, el partido quedó reducido a un puñado de legisladores, 70 en San Lázaro, 13 en el Senado de la República, ahora solo le quedan dos gubernaturas Estado de México y Coahuila, perdieron 10 en la elección intermedia, claro que los triunfos que lograron se debieron a la conformación de la alianza Va por México, una mezcla antinatura entre priistas, panistas y los restos mortuorios de los perredistas les dio lo poco que tienen y que es ínfimo en comparación con lo que fueron.

Parte de las razones por las que no despega el PRI fue que no hubo renovación en las cúpulas y se siguen rigiendo por los apellidos de siempre que se pasan la estafeta por el simple nepotismo, no hubo renovación y los que levantaban la mano y eran tropa, así se quedaron, esperando su momento. Así llegó Alejandro Moreno Cárdenas a la dirigencia, con un PRI reducido y fragmentado, como se los restregó en la cara Andrés Manuel López Obrador. Claro que Cárdenas Moreno presumía su relación con el presidente y levantó la sospecha de los priistas que denunciaron que desde Palacio Nacional jugaron para que se quedara con el CEN.

Sí algo nos ha enseñado “Alito” es que el discurso puede ser incendiario, enfático y con fuerza como en concursos de oratoria, pero otra cosa es la realidad que terminó por doblarlo, subió la desconfianza e indiscutiblemente se fragmentó la posibilidad de una alianza con todos, mientras el PRI conserve la actual dirigencia. Así Morena, sus aliados, Alejandro Moreno y su grupo fueron juntos en la militarización del país porque lo tienen sometido, ahí quedó la gráfica de Adán Augusto López susurrándole al oído en San Lázaro y luego se terminó la vapuleada que le puso Layda Sansores gobernadora de Campeche, quien ahora también está bajo sospecha de lavado de dinero a través de contratos dados a empresas fantasma y que provocó daño al erario por 33 mdp cuando fue alcalde de Álvaro Obregón.

El año próximo habrá elecciones en Coahuila y el Estado de México, los dos únicos bastiones que le quedan al PRI y que sin alianza será complicado que los retengan. Señalan que la decisión de la coalición corresponde únicamente a las dirigencias estatales, pero me dicen que una de las peticiones es que no se entrometa Alejandro Moreno. Incluso la senadora Beatriz Paredes ya dijo que, si a una alianza y que esta puede ser con los otros actores del PRI, no necesariamente con el grupo de “Alito”.

En estos días se viene la discusión de la Reforma Electoral, esa que dicen que no se la van a dar a López Obrador, vuelve el discurso envalentonado del presidente nacional del PRI y aunque no se ha cortado por completo la comunicación entre sus pares del PAN y PRD, ya anticipan una nueva traición del campechano, e incluso Marko Cortés líder panista se refirió al PRI como “el partido endeble de la oposición”, el cual, aseguró, estará “nuevamente a prueba” por el tema de la Reforma Electoral.

Fiel a las añejas formas, así mueve sus piezas López Obrador para obtener sus reformas y hacerse del INE y del Tribunal, desaparecer a los Institutos estatales, bajarle el presupuesto y elegir por voto a los consejeros que serían siete en lugar de once, así instaurar su instituto gansito, con la complicidad de una buena parte del PRI, hoy con chaqueta guinda… pero mejor ahí la dejamos.

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Hasta la próxima.

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