LA COSTUMBRE DEL PODER/ El refajo de Quirino Ordaz

*“En la caja de la opinión pública encontraré mucho más de lo que me proponéis. Un dinero tomado en la Corte no es, desde ahora, más que causa de ruina; y como yo tengo necesidad de enriquecerme quiero asentar más sólidamente mi fortuna”

GREGORIO ORTEGA MOLINA. ¿Se habrá visto Quirino Ordaz en el espejo -ya atildado, según él- antes de salir a entregar sus cartas credenciales al rey de España? No en su familia ni en su séquito se atrevieron a decirle que debía fajarse, para no mostrar ese menudo de descuido y gula, más que de fino paladar que desea probar todo.

Veo la imagen una y otra vez, no me queda nada más que constatar el dicho de las abuelas: la mona, aunque de seda se vista… mona se queda. Para el ex gobernador de Sinaloa resulta imposible negar la cruz de su parroquia. La fiereza de su origen está en el rostro, que allá, en España, quiere mostrar orgullo, cuando aquí, en su tierra y ante el tío Andrés Manuel, sus ojos y actitud son de obsecuencia.

Imposible demostrar si hubo y hay complicidades entre ese señor Ordaz, y los patronos del cártel de Sinaloa, los fieles creyentes del señor Malverde, los verdaderos hombres del poder en esa entidad federativa. Tal como decían durante el Maximato. Aquí vive el presidente (Castillo de Chapultepec), el que manda, enfrente. El gobernador de Sinaloa goza de las comodidades de la casa de gobierno, pero el poder radica en Badiraguato. ¿Lo dudan? Es de dudarlo, porque ni manera de comprobarlo, a pesar de los viajes presidenciales (innecesarios) al triángulo dorado.

Quirino Ordaz, impoluto en apariencia, es movido por lo que motiva a esos políticos descritos por Héctor del Valle en su biografía de Talleyrand: “En la caja de la opinión pública encontraré mucho más de lo que me proponéis. Un dinero tomado en la Corte no es, desde ahora, más que causa de ruina; y como yo tengo necesidad de enriquecerme quiero asentar más sólidamente mi fortuna”. Como se ha constatado a través de todos los sexenios, no es tema de suerte ni de que lo coloquen en la mesa de la manteca, es asunto de complicidades y voracidad, nada de diplomacia ni servicio al país, la patria, la nación.

Pienso en el futuro de Quirino Ordaz y recuerdo mi lectura de La reina del sur, donde Arturo Pérez Reverte narra con lucidez cómo y dónde se forman los narcotraficantes que operan en España y se afincan en Galicia. ¿Para ello fue propuesto como embajador? A saber.

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