La Alianza sin corcholatas

Cuanto más ven crecer sus funciones y su independencia las asambleas políticas, más sienten sus miembros la necesidad de agruparse por afinidades. Maurice Duverger

FLORENCIO SALAZAR ADAME (SemMéxico. Guerrero). Los partidos políticos mexicanos están en crisis. Unos más y otros menos, carecen de simpatía popular y liderazgo. Es decir, no son suficientemente representativos de los intereses de la población. Ante nuevos desafíos no hay nuevas respuestas. La lealtad de los militantes es frágil y el voto duro no alcanza en las elecciones.

El círculo de hierro de las élites partidistas se ha reducido y cada vez son menos los espacios disponibles para la militancia. La promoción interna prácticamente está paralizada. Las directivas partidistas están confundiendo estabilidad con rigidez. La estabilidad es flexible, la rigidez quiebra.

Aún cuando faltan dos años para las elecciones presidenciales AMLO ha anticipado la campaña. Y sus tres corcholatas: Adán López, Ebrard y Sheinbaum, están en franca competencia con la organización de comités en los estados, grupos de apoyo, pintas, y todo lo necesario para hacerse notar y difundir su nombre.

La oposición destaca en su actividad en las cámaras legislativas. Senadores y diputados federales están dando el debate. Pero éste no es suficiente por el disminuido alcance de la prensa escrita y las redes son dispersas y censuradas. Fuera del llamado círculo rojo, las discusiones legislativas pasan desapercibidas.

En el partido oficial las cosas no están mejor, pero tiene el liderazgo presidencial. Morena, en esencia, no es un partido. Sigue siendo un movimiento cacha militantes. No son pocas sus fricciones internas, pero al final de día el jefe supremo los pondrá en orden. La única deserción podría ser la del senador Ricardo Monreal, que no clasifica como corcholata presidencial.

Las declaraciones de los voceros de la oposición indican que seguirán en la misma ruta electoral. En las recientes elecciones de gobernadores la Alianza perdió cuatro estados y ganó dos. Fueron competitivos y tienen un voto numéricamente importante. Pero las derrotas son desalentadoras. Puede ser el verdadero motivo por el cual Movimiento Ciudadano rechaza integrarse a la Alianza.

No se ve en lo inmediato un proceso de regeneración en algunos partidos. Sus dirigentes nacionales tienen desde fisuras internas hasta luchas enconadas. Los conflictos afloran por la falta de modernización. La redistribución del poder es cíclica, pero ahora ha ocurrido lo contrario: concentrar funciones.

Por otra parte, el proceso de la degradación de la política ha sido lento y sostenido. Parece que en nuestro país priva la influencia de Silvio Berlusconi, a quien se podría considerar como el padre de la política de la frivolidad, pues ahora la política es de imágenes, ataques y ocurrencias. Esto es posible ante la ausencia de liderazgos democráticos.

Toda la estrategia de las oposiciones se concentra en la confrontación con el adversario y su propósito de desalojarlo del poder. Además de críticas, debe haber ideas y propuestas programáticas. No se debe dar por descontado que la población conoce la ideología de cada partido. El contexto social y económico se está transformando y hay una masa de nuevos electores que debe ser informada.

Jesús Reyes Heroles, Porfirio Muñoz Ledo, José Francisco Ruiz Massieu, Manuel Gómez Morín, Luis H. Álvarez, Enrique Castillo Peraza, Arnoldo Martínez Verdugo, Heberto Castillo, Cuauhtémoc Cárdenas, son cumbres inalcanzables en sus respectivos partidos. Ya no pensemos en ideólogos de esos tamaños, pero es obvio el déficit de pensadores que interpreten nuestra realidad y convenzan al electorado de que tienen ruta. Los partidos de la Alianza necesitan trabajar con celeridad si quieren vencer en el 2024.

No se advierte hoy un posible candidato ganador en la oposición. Los que dicen aspirar difícilmente tendrán el apoyo ciudadano. Eso complica más el trabajo inmediato de la Alianza: tener dirigentes presentables, modernizar sus procesos de selección de dirigentes y candidatos y buscar en la sociedad al hombre o mujer que los mantenga agrupados y agrupe la voluntad popular.

Mantenerse como ahora, será lo mejor que puedan hacer para volver a perder la Presidencia de la República.

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