HISTORIAS EN EL METRO/ Tesoros en naranja 

Ricardo Burgos Orozco   

Ciudad de México, 23 de mayo (entresemana.mx). Contaba hace algunos meses que desde el inicio de las obras del Metro en 1967 se comenzaron a encontrar restos arqueológicos, osamentas humanas, de mamuts, peces y huevos de grulla. Hay un verdadero tesoro que, por fortuna se conserva, en muchos kilómetros de construcción de este transporte de la Ciudad de México.

Se han recuperado más de 20 mil objetos de la época prehispánica; en la correspondencia de la estación Pino Suárez, entre las líneas 1 y 2, podemos admirar lo que queda del centro ceremonial de Ehécatl – Quetzalcoatl o la llamada Pirámide de Pino Suárez. La mayoría de los descubrimientos pertenecen a la cultura mexica.

Posteriormente, las excavaciones en el Centro Histórico permitieron descubrir más sobre lo que se llama el Templo Mayor, a un lado de la estación Zócalo Tenochtitlan. Ahí mismo se han descubierto cajas de ofrendas elaboradas en piedra, con materiales de concha, cerámica y hueso, así como esculturas como la “Coatlicue del Metro” en el cruce de Izazaga e Isabel la Católica.

Otro descubrimiento más fue el “Hombre del Metro Balderas”, el cráneo de un varón de 35 a 40 años de edad, que vivió hace once mil años. Fue encontrado en buen estado de conservación en 1968, entre las calles Independencia y Juárez. Tampoco podemos olvidar que en la estación Talismán están en exhibición permanente desde 1981 los fósiles de un mamut adulto del Periodo del Pleistoceno, encontrado durante las excavaciones del Metro.

Por las obras de modernización en la Subestación de Energía Eléctrica de Alta Tensión Buen Tono del Metro – que iniciaron en 2019 –, se encontraron los restos de una vivienda mexica asociada a una zona chinampera de la antigua Tenochtitlan.

Alrededor de los restos de la vivienda hay canales delimitados para su comunicación con el resto del islote. También había vigas de madera; el predio se ubicaba en los límites de los barrios Yopico y Teocaltitlan, que formaban parte de la gran ciudad antigua.

Ahí mismo, los arqueólogos rescataron un par de vasijas funerarias, que contienen restos óseos de niños y dos entierros asociados con una ofrenda de incensarios, malacates y herramientas para hilar. Había, asimismo, una escultura en piedra, sin terminar, del Post Clásico Tardío de 60 centímetros de alto que representa a un hombre con maxtlatl o taparrabo, en posición de lanzar algo.

Falta para que el público pueda admirar esas reliquias porque los arqueólogos siguen trabajando en la zona ya que en la época virreinal ahí mismo hubo talleres de cerámica y talabartería e incluso una jabonería hasta 1960. Seguro van a descubrir más tesoros.

En el Metro no todo es andar a las carreras para llegar a tu destino. Hay muchas joyas arqueológicas que admirar… si te das tiempo.

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