ENTRE LA VERDAD Y LA FICCIÓN

Perseguir a la sociedad y a los comunicadores ha sido tarea cotidiana del gobierno de la 4T

“Con ciertas personas vale más ser traicionado que desconfiar”. Arthur Schopenhauer

JORGE LUIS FALCÓN ARÉVALO (Guerrero). Todo inició cuando a los representantes populares, llámense senadores o diputados federales, les integraron sus expedientes detallando los ilícitos cometidos en su “larga carrera” criminal viviendo del presupuesto, desviando recursos económicos y simulando inversiones en obra social, cuando algunos se desempeñaron como alcaldes o gobernadores. Los atraparon. Por lo tanto, están al servicio de la secta de la 4T. Calladitos se ven re monitos. Su largo silencio es proporcional a su culpabilidad y pecados de lesa humanidad.

Estos lambiscones que no pueden vivir de la llamada 15/30 (nómina oficial gubernamental), se pusieron al “servicio” de estos malandros cuatrotés como espías, soplones, delatores. Sapos pues. Para informar de quienes están en contra de la “transformación patriotera” de Morena, el organismo color moronga. Para que su lugar en los honorarios, siga inalterable. ¡Traidores! Le dice el vulgo. Algunos empezaron dándole trabajo a los jóvenes construyendo el futuro, en sus medios impresos y otros en los digitales. Desde allí marcaron su preferencia y su status de sapos. De denunciantes y acusadores. Los más hacen largas alabanzas en sus peroratas de “hombres y mujeres de izquierda”, como si no se supiera que siempre han cobrado desde la derecha. Loas al ego de oficiosos y serviciales periodistas ¡Chismosos!, le dice la raza.

“Un traidor, dijo el político, periodista y médico Georges Clemenceau, es un hombre que dejó su partido para inscribirse en otro. Un convertido es un traidor que abandonó su partido para inscribirse en el nuestro”. Eso ha venido sucediendo desde hace tres años en México. Los organismos políticos han hervido con estos seres ingratos y de baja estima que, en su alma canalla, han servido al capataz dándole el látigo para que los azote, con el desprecio de saberlos ingratos e insidiosos. Y, por lo tanto, no poder confiar en ellos. “Quien traiciona una vez. . .”

«¿Qué eras», continuó el Sr. Dewey, «una paloma taburete?»

«Les dije lo que sabía».

«¿Para una consideración?»

«No»

-Conversación entre Charles Luciano y Thomas E. Dewey, un cazador de mafiosos. The New York Herald Tribune, 4 de junio de 1936-.

Grillos de medio pelo ese es su denominación acepcional -se dicen políticos por participar en la política- pero no, nunca lo serán. La Ciencia Política es para gente noble y de voluntad de servicio. Humilde, (como fundamento de su calidad humana) tal cual lo dijo el periodista y escritor Ryszard Kapuscinski “Una mala persona nunca podrá ser buen periodista”.

Es tiempo de reconvenir y considerar que hay nuevas castas de juventudes que pueden elevar el nivel de política y políticos como de comunicación social y comunicadores para la opinión pública. Emprendedores totales.

Una paloma taburete. una persona que actúa como señuelo o informante; especialmente: un espía enviado a un grupo para informar.

Esos grillos para eso sirven, ese es su papel en este entramado, que sirven para los añejos, rancios y arcaicos cacicazgos que no dejan avanzar al México que realmente debemos ser.

La 4T, tiene un ejército de soplones, pone dedo, delatores. 2024, es un año para definir lo que deberá ser México. Seis años perdidos, millones de pesos idos a la basura por el capricho de un inepto y escaso constructor de la política y del orden social. Millones de muertos no tan solo por la irresponsabilidad de enfrentar la pandemia del Covid-19 y sus modalidades o variantes. Un abismo entre la educación y el conocimiento de las generaciones que se perdieron no seis años, sino una década por mediocres personajes que solo el ego los mantiene de pie. Pérdida lamentable entre la infancia estudiosa de México.

La persecución del gobierno federal sigue. Los delatores se mezclan entre los múltiples partidos políticos ¡Uf un asco de hombres y mujeres! Una total prostitución. La 4T, es un fiasco, un fracaso. No hay duda.

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