CONSTELACIÓN ANDRÓMEDA

Peligran las plantaciones de té, una bebida de moda

NORMA L. VÁZQUEZ ALANÍS. La producción y el consumo de té en el mundo, aumentarán más en la próxima década impulsados por una pujante demanda, sobre todo de los jóvenes de clase media-alta quienes buscan productos de moda para integrar en sus estilos de vida, que ahora también incluyen tés de calidad gourmet servidos en teterías especializadas, principalmente en los países en desarrollo y emergentes.

Sin embargo, aunque esta novedad genera nuevas oportunidades de ingresos para los países productores de té, las plantaciones están en peligro por la sobre explotación para cubrir el creciente consumo, pero también están amenazadas por los efectos del cambio climático, porque la producción de la planta Camellia sinensis, de la cual proviene la hoja para infusión, es muy sensible a las alteraciones en sus ambientes de cultivo.

Un estudio elaborado en 2020 por especialistas del Grupo Intergubernamental sobre el Té (GIG), de la Organización de Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), puso de manifiesto que el té sólo puede producirse en situaciones agroecológicas muy específicas y por ende en un número muy limitado de países (China, India, Sri Lanka, Kenia, Turquía, Japón, Malaui y Uganda), muchos de los cuales sufrirán de manera severa el impacto del cambio climático.

Los fenómenos meteorológicos extremos, que alteran los patrones de temperatura y lluvia con más inundaciones y sequias, afectan ya los rendimientos, calidad y precios del té, lo cual reduce los ingresos de los productores al tiempo que amenaza los medios de vida rurales; es probable que la cosecha disminuya considerablemente en las próximas décadas si la degradación climática continúa al ritmo actual.

De acuerdo con un informe de 2021 preparado por la organización benéfica internacional Christian Aid, las alteraciones climáticas tienen un impacto severo en las plantaciones de té en todo el planeta, de manera que en Kenia, donde se produce casi la mitad de todo el que se consume en Gran Bretaña, el área de entorno ideal para el cultivo de la Camellia sinensis se verá mermada en más de una cuarta parte para 2050, mientras que alrededor del 39 por ciento de las zonas con condiciones para cultivos de calidad media, enfrentarán la destrucción total.

También se espera que las superficies de cultivo de té en India, China y Sri Lanka se vean afectadas por el calentamiento global, según el reporte de Christian Aid, el cual señala que esa actividad es un generador de empleo importante, con más de tres millones de personas ocupadas en el sector sólo en África; sin embargo, los productores de té que fueron entrevistados para ese trabajo, dijeron que muchos jóvenes buscan alternativas a las plantaciones de té, pues están preocupados por el futuro de esta milenaria infusión.

Divulgación de beneficios del té para la salud, impulsa el consumo

El documento del GIG de la FAO sugiere que el consumo de té se ha beneficiado de una mayor concienciación sobre sus efectos benéficos para la salud, avalados por diversas investigaciones científicas que han comprobado sus propiedades como antiinflamatorios y antioxidantes, a los que otras fuentes añaden sus cualidades para acelerar el metabolismo y ayudar en la pérdida de peso.

Un sondeo realizado por Euromonitor Internacional (principal base de datos de estudios de mercado en el mundo con cobertura en más de 210 países, así como de un gran número de sectores) notificó que después del agua, el té es la bebida más consumida en el planeta con seis mil 300 millones de tazas al día en 2020 y se prevé que para 2025 supere los siete mil 400 millones. El comunicado detalla que Chile es el mayor consumidor de té en Latinoamérica con cerca de 427 tazas per cápita, situándose dentro de los 15 países con mayor consumición de tisana, seguido por Argentina con 95 y Uruguay con 86.

La degustación del té se beneficia actualmente de un nuevo tipo de clientela, jóvenes urbanos de los grandes productores como China e India que se han convertido en el segmento de más rápido crecimiento y no sólo están dispuestos a pagar precios elevados por tés especiales o gourmet, sino que también quieren saber más acerca de la mercancía que consumen como su calidad, origen y contribución al desarrollo sostenible.

Sin embargo, los importadores tradicionales europeos de la hoja procesada de Camellia sinensis, a excepción de Alemania, han registrado una reducción importante en los niveles de ingestión de este brebaje desde hace más de una década, ante la competencia de otros líquidos como el agua embotellada y el café.

Aumento en la producción amenaza las plantaciones

Según las proyecciones, la producción mundial de té negro aumentará en un 2.2 por ciento anual en los próximos cinco años y llegará a los 4.4 millones de toneladas en 2027, lo cual significará importantes incrementos en la productividad en China, Kenia y Sri Lanka, mientras que la de té verde crecerá a un ritmo más rápido, del 7.5 por ciento anual, para llegar a 3.6 millones de toneladas en ese mismo año, impulsada en gran medida por China, donde se espera que la productividad se duplique para obtener 3.3 millones, reporta el dossier de la FAO.

Pero este desarrollo en la demanda internacional del producto propicia una ampliación en las superficies de plantación de la Camellia sinensis, lo que representa un peligro especialmente para la delicada biodiversidad de Bwindi, en Uganda, que es ya el tercer productor de té en África después de Malaui y Kenia. En el periodo 2000-2010, la cosecha de té de Uganda se elevó alrededor del 40 por ciento para llegar a las 40 mil toneladas anuales, de las cuales el 90 por ciento se destinó a los mercados internacionales.

Las comunidades autóctonas locales temen daños ambientales irreversibles por la expansión de las operaciones comerciales de la tisana; la introducción del cultivo de té en el distrito de Kisoro ha atraído a más de 250 operadores y productores de viveros de Camellia sinensis, respaldados por funcionarios del gobierno local que los dejaron establecerse sin planes específicos acerca de dónde cultivar la planta, lo cual también ejerce presión sobre las plantaciones ya existentes, que se amplificaron un 78.3 por ciento en 37 años.

En 2016, los jornaleros de plantaciones de té de grandes empresas talaron un área de amortiguamiento forestal en el milenario bosque Kafuga, que tiene un ecosistema único con diversas reservas genéticas de interés mundial y protege al parque Bwindi de la presencia humana, además de que impide a los gorilas abandonar la seguridad y protección del hábitat donde están resguardados.

Por su parte, Anton Eitzinger, investigador del Centro Internacional de Agricultura Tropical (institución de investigación agrícola y sobre cambio climático), advierte que un aumento de las temperaturas de 2.3 grados centígrados en el orbe para 2050 podría reducir de manera considerable la productividad y calidad de los cultivos de Camellia sinensis; asimismo, las regiones biológicamente ricas como Bwindi serán más vulnerables a la deforestación dañina en la medida que los sembradores de té avancen hacia zonas más altas, con climas de cultivo más fríos y adecuados, como respuesta al incremento de temperatura en sus antiguos sitios de cultivo.

Así está la situación de las plantaciones de té, amenazadas por los fenómenos meteorológicos originados por el cambio climático global y por la moda progresiva de su consumo como símbolo de estatus.

Y por si no lo sabía, desde 2019 la Asamblea General de las Naciones Unidas designó el 21 de mayo de cada año como Día Internacional del Té, gracias a los grandes productores como China, India, Sri Lanka, Kenia, Malaui, Turquía, Japón y Uganda que se propusieron rescatar esta milenaria bebida, cuyos orígenes se remontan a hace más de cinco mil años. Fue entonces cuando el emperador Shen Nong, padre de la medicina tradicional china, descubrió por accidente las “hojas de la salud”.

Al hacer públicas las múltiples cualidades del té y su importancia en las economías de sus productores, con este Día Internacional se pretende asegurar que sus beneficios para las personas, las culturas y el medio ambiente, continúen por generaciones.

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